En la figuración los cuadros se convierten en imágenes de la vida interior del artista.
Sebastián Elías, suelta las fronteras que lo limitan con lo inmaterial y fluye, a través de sus cuadros, de forma que las vivencias y proyecciones del mundo parecen masas de carne cruda.
La no - pretensión lo conduce a una búsqueda para el reencuentro con los valores que fueron negados por los deseos que confunden y crean una realidad conflictiva.
En estos tiempos él muestra
un relajamiento en torno al espacio, hay una urgencia
por no saturar para encontrar e indagar
en el ritmo interior de las cosas y situaciones. Se aleja de testimoniar
la vida de las personas o la percepción que de ellas tiene para explorar en los territorios en que
se mueve y que resuelve como un espacio
subjetivo en el que no caben los juicios que etiquetan.
Con la postura
de quien sólo mira, toma distancia, porque hoy más que nunca necesitamos tomar
distancia, para crear espacios y mirar
cómo nos relacionamos, cómo nos
fragmentamos, cómo nos acabamos.
En el ahora,
él se permite aquietar el ritmo interior para la reflexión, para recoger sus fragmentos, acomodar la historia y moverse en el espacio
en blanco, y entonces, construir
mundos que son puentes para el
registro y reordenamiento interno del YO y LOS OTROS en su devenir caótico y
maravillosamente humano.
Color y Formas,
construyen imágenes fuertes que
testimonian lo impactante de la realidad cotidiana: la inmediata, la lejana; diversidad de posibilidades que cobran
sentido dependiendo de quién mire y qué se
mire en la obra.
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